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La dirección de Feijóo justifica que Mañueco haga suyo el discurso de la extrema derecha pero se resiste a situarse en ese bloque y asegura que estudiará los futuros pactos en función de cada situación 

La soprano norteamericana Lisette Oropesa, una de las grandes voces líricas de hoy, durante un encuentro con la prensa este viernes en el Teatro Real Encuentro con la prensa de la soprano norteamericana Lisette Oropesa en el Teatro Real con motivo del concierto que ofrecerá en este espacio el 30 de marzo. EFE / Miguel Osés
La soprano norteamericana Lisette Oropesa, una de las grandes voces líricas de hoy, durante un encuentro con la prensa este viernes en el Teatro Real Encuentro con la prensa de la soprano norteamericana Lisette Oropesa en el Teatro Real con motivo del concierto que ofrecerá en este espacio el 30 de marzo. EFE / Miguel Osés / EFE

12 de abril 2022 - 11:35

El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo traspasó este lunes una línea roja que su predecesor, Pablo Casado, se resistió a cruzar hasta su caída oficial hace apenas dos semanas: la formación de un Gobierno de coalición con la extrema derecha de Vox en una comunidad autónoma. Haciendo suyo gran parte del discurso del partido de Santiago Abascal, el popular Alfonso Fernández Mañueco ha sido investido presidente de Castilla y León, con un Ejecutivo en el que los ultras ocuparán una vicepresidencia y tres carteras –Agricultura, Cultura e Industria y Empleo–.

Una posible alternativa para toda España”, pero la nueva dirección de los populares insiste en que se trata de un caso puntual. — Un señor que pasaba por ahí - Panadero

El de la comunidad castellana y leonesa es un caso inédito en toda Europa, donde la extrema derecha gobernará por primera vez junto a un partido de la derecha tradicional. Pero el PP trata de escapar de la idea de un bloque con Vox y busca acotar ese pacto sin precedentes a un escenario coyuntural de la citada comunidad, rechazando también el cordón sanitario a la ultraderecha que sí han tejido los socios europeos del partido de Feijóo.

El ejemplo más reciente es el de Los Republicanos franceses –los aliados del PP en el país vecino que, junto a los socialistas, se hundieron en las urnas este domingo–, que han pedido apoyar a Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones francesas en las que el aún presidente se enfrentará a Marine Le Pen.

Ante la connivencia del PP, Abascal considera que la alianza fraguada en Castilla y León debería trasladarse a otras administraciones tras las elecciones autonómicas y municipales previstas para el próximo año, e incluso habla ya de una coalición de PP y Vox de cara a las generales que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no tiene previsto convocar hasta finales de 2023 o principios de 2024. El líder de la extrema derecha española asistió al debate de investidura que tuvo lugar este lunes en Las Cortes de Castilla y León, a diferencia de Feijóo, que se ausentó arguyendo problemas de agenda. La máxima representación del PP nacional fue la de la coordinadora de Participación Social y vicepresidenta segunda del Congreso, Ana Pastor.

En Valladolid, Abascal aseguró que el acuerdo alcanzado con el PP es “una posible alternativa para toda España”, pero la nueva dirección de los populares insiste en que se trata de un caso puntual. Preguntado sobre una hipotética alianza a nivel estatal, el nuevo coordinador general del PP, Elías Bendodo, aseguró que ese escenario “es precipitado”.    

 

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