Sevilla es un de multitud de leyendas, una de ellas tiene como protagonista una ventana con una reja forjada que se encuentra en el barrio de Santa Cruz, una joya de la artesanía que es tan compleja de realizar que se cree que solo el diablo puede ser su creador.

La reja del diablo

Esta reja se encuentra en una de las ventanas de uno de los edificios que delimitan la plaza Alfaro, para verla concretamente hay que fijarse en el palacete que se encuentra en la esquina con la calle Lope de Rueda. De las catorce rejas que se pueden observar en la fachada del edificio, una recibe el sobrenombre de la reja del diablo. 

Este forjado llama la atención por la dificultad de su técnica, que al contrario de otras ventanas con rejas, no tiene sus barrotes pegados, atornillados, soldados o unidos entre sí a través de soldados, sino que se encuentran entrelazados, creando una reja machihembrada que ha sido creada bajo una forma de punzonado que la convierte en difícil de imitar. La creación de una reja así tiene una gran dificultad y se dice que es necesario forjarlas al rojo vivo y aprovechar lo maleable que es el material en esa fase del proceso.

Esta complejidad es uno de los motivos por los que surgió una leyenda en torno a esta reja, que cuenta que su autor fue el mismo diablo, que además sería el único que podría manipular el metal cuando se encuentra al rojo vivo. Sin embargo, la creación de esta reja que se ha convertido en un símbolo de la plaza es mucho más mundana, aunque se desconoce su procedencia exacta, aunque se sabe que este tipo de trabajos no se realizaban en Sevilla. Se sospecha que el origen de esta reja se encuentra en un taller de forjado de Úbeda o de Jaén, que se especializó en esta técnica que solo podían llevar a cabo los maestros de estos talleres.